La historia de Àfrica

24/06/2017

Hoy Àfrica cumple dos años y a lo mejor por eso estoy más inspirada para contaros su historia, y la nuestra.

Somos  Helena y Dani, los padres de esta preciosidad. Tenemos otra hija de 4 años, Abril, nuestra otra estrella. Cuando me quedé embarazada por segunda vez, no nos lo esperábamos tan pronto, pero la ilusión fue la misma. Todo el embarazo fue perfecto, todas las ecografías salían bien, y la niña crecía bien. A dos semanas de nacer, empezaron a marearnos con el peso: que si es muy grande, que si pesa mucho, que si inducción… la cabeza grande también nos lo comentaron pero como en mi familia todos “padecemos” de eso, no le dimos la menor importancia. El parto fue rápido y perfecto. Pero cuando Àfrica salió tenía todo el cuerpo morado y una mancha del mismo color de la frente hasta la nariz. Le hicieron ecografía para descartar malformaciones más allá de las manchas y todo salió bien. Ahora me doy cuenta,  pero en ese momento estaba más pendiente de que estuviera bien y se cogiera al pecho que de lo de las manchas. Empecé a pensar en ello cuando la gente me preguntaba que le pasaba…. Vino el dermatólogo y me dijo que era estético que no me preocupara y durante 4 meses es lo que hicimos. Asumir que era estético y que ya se iría cuando creciera.

Cuando tenía 4 meses nos derivaron a una dermatóloga especialista y allí empezaron las palabras mágicas: gen, pik3ca, ecografías cada tres meses de riñón, tiene un brazo más grande que otro, resonancia para descartar una parte del cerebro más grande que otra….. Pero tampoco nos preocupamos. La manera que nos lo contó, con esa despreocupación y diciéndonos en todo momento que la niña estaba bien pues a esperar las pruebas. A los 7 meses nos dieron el resultado de la resonancia magnética y no era nada de lo que podíamos esperar. Àfrica tenía macrocefalia con hidrocefalia, chiari y no sé cuántas cosas más. Todo venia por culpa de ese gen que había mutado durante el embarazo y no solo le había afectado estéticamente. Ahí sí, nos hundimos. Estético aún podíamos con ello,  nos había costado lo nuestro asumirlo, pero ya estaba. La niña estaba sana. Pero el cerebro…. Era más serio. De nada sirvió la rabia, la impotencia, las ganas de chillar, los lloros… ¿Porque a ella? Acababa de venir a este mundo, no se merecía nada de lo que le estaba pasando, no había tenido tiempo ni de merecerlo.  Todas esas emociones eran como un duelo, un duelo que no tendría que sentir ningún padre por sus hijos. Pero el hecho de ver que Àfrica seguía siendo la misma, feliz y sonriente, nos hizo ver que a pesar de todo, las cosas no tenían por qué ser tan negras. A los 10 meses la operaron de la hidrocefalia y todo fue perfecto.

Entonces buscando por internet descubrí la asociación. Al principio nos daba miedo. Era otro paso más para la aceptación de lo que Àfrica tenía, cosa que, aunque asumíamos, era convertirlo en algo más real. Pero ponernos en contacto con ellos ha sido la mejor decisión que hemos tomado por Àfrica y por nosotros. Compartir todo lo que compartimos allí, aunque sea el número y la marca de unos zapatos porque no le caben unos normales, es un alivio enorme. Estás entre iguales, y eso solo se entiende cuando tienes un hijo con dificultades.

Àfrica es una niña feliz, avanza a su ritmo pero avanza, que es lo importante. Nos da igual el futuro, ¿qué importa? Lo mejor que tenemos es vivir el día a día y verla crecer junto a su hermana, quien a su vez nos ha ayudado muchísimo con todo. Si ya es difícil pasar de ser hijo único a tener un hermano, imaginad si encima necesita más atención de lo “normal”. Pero Abril nos lo ha puesto muy pero que muy fácil y con solo ¡dos años! que tenía cuando nació su hermana.

Quisiéramos dar las gracias desde aquí a nuestras familias y amigos por todo el apoyo y amor que recibimos cada día.

OS QUEREMOS.

TE QUEREMOS ÀFRICA, NUESTRA LUCHADORA, NUESTRA LUZ, NUESTRA VIDA